miércoles, 31 de marzo de 2021

LAS PAREDES

Estás tirado en el sofá viendo cualquier cosa en la tele, aturdido por el vino y el whisky de la comida. Piensas que nada ocurre nunca cuando el estómago está caliente y el cerebro se cuece al ritmo suave que impone el alcohol. Nada, porque las paredes de la habitación te aíslan del mundo y estás seguro de que el vapor que emana de esas burbujas mínimas que borbotean dentro de tí, cobija. Escuchas el rumor de las olas deshaciéndose constantes contra la arena, o eso parece el zumbido de la campana extractora que viene de la cocina. Desde tu refugio también se oyen las voces de las familias que pasean por la calle ahora que aún es de día. El gruñido de los motores de los coches que se alejan cuando pasan fugaces por la carretera como fugaces pasan las cucarachas que caminan por entre las maderas del suelo. Invisibles. El traqueteo del patín que rueda sobre las baldosas de la acera, su silencio abrupto al detenerse. Los gritos de los niños que juegan bajo la ventana, alguien que quiere impresionar a una chica aunque a veces las cosas simplemente no salen bien. Sientes la alegría, pero no sientes el frío porque la calefacción está puesta en casa y nada ocurre nunca dentro de esas cuatro paredes. Salvo que, por momentos, piensas que... Bueno, piensas y... Sabes. Estás ahí recostado, medio aturdido y solo. Entonces te das cuenta que, quizá sí, porque sin quererlo, has dejado abierta la puerta y ahí está con su cigarro a tu lado, acechando. Adueñándose del instante. Esperando tu próximo paso en falso. Tarareando esa vieja canción mientras el humo que exhala dibuja reproches en la habitación. No es para tanto te dices, y, bueno, qué remedio. Decides que es parte del juego y que para algo están las paredes de la casa, la campana extractora y esas burbujas mínimas que borbotean.

No hay comentarios:

Publicar un comentario