viernes, 5 de enero de 2018

Vispera



Víspera, cuando todo está aún por llegar. El lugar donde aguardamos el día señalado. La espera. Siempre he preferido las vísperas. los momentos anunciadores, la ilusión por que llegue lo ansiado. Es el día anterior, sin duda, el protagonista de todo. El que concentra y aglutina en él todo lo que se puede desear que ocurra al día siguiente. Durante la víspera, todos los pensamientos, los anhelos, los miedos, cobran vida. Son palpables sin haberse - lógicamente - podido aun materializar.

El día anterior a las vacaciones de verano, quizás el más revelador ejemplo de lo que intento explicar. El momento previo en el que todo está aún por pasar. Todo lo planificado con anterioridad a ese día y previo a su comienzo real, se condensa en esas horas previas al viaje, al descanso, al ansiado cambio. Las reacciones químicas que experimentamos, el aumento de endorfinas, la dopamina segregada en ese lapso de tiempo, es el indicador indiscutible de que ciertamente es la víspera lo que realmente nos conmueve. Un niño siempre va a preferir al día de Reyes su víspera. Preferimos Nochevieja a año nuevo. Elegimos la espera a la llegada de lo esperado.

Después de todo, es la ilusión lo que deseamos, no su materialización. Siempre decepcionante, aparece después de la víspera para esfumarse en un abrir y cerrar de ojos, confirmando la volatilidad del día, constatando que siempre es mejor el deseo, por inmaterial, por abstracto, que la realidad. El día muestra a todas luces nuestras miserias y cómo nunca vemos satisfechos nuestros anhelos. Esperábamos más de las vacaciones, o fueron demasiado cortas, deseábamos mejores regalos, queríamos la gran juerga. Nos prometimos ser felices la víspera y hoy entre algunos destellos, con el esfuerzo por cumplir las expectativas, indefensos ante todo lo ajeno, ante todo lo que no supimos prever, nadamos entre las dudas que la víspera nunca anunció.

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