Hay noches de otoño en las que el viento sur sopla
nostalgias estivales que traen consigo fragancias olvidadas. Noches que son
conversaciones bajo tu casa, sentados en el portal mientras la gente vuelve de
las terrazas o salen de sus casas camino del paseo. Noches de ruido de
motos, de encender un cigarro. Hay noches de otoño que te hacen ser joven de
nuevo. Maravillosas noches de octubre que son los julios caducados hace veinte
años. Recuerdos guardados en estanterías que rara vez te da por mirar.
Hay noches como la de hoy, que mientras paseas dándole
vueltas a todo, te sorprendes pensando
en mi. En porqué no volvimos a vernos. Piensas en las noches como esta, en las
que nos sentábamos a discutir de cualquier cosa en un banco del parque. Como si en realidad entendiésemos de lo que hablábamos. Tú te quejabas de todo,
decías que habían clonado una oveja y que no podía haber estupidez mayor. Yo me
fijaba en tus ojos, como se iban enrojeciendo de rabia mientras seguías despotricando
y no podía aguantar sonreír mientras pensaba con sorna, descuida, a nadie se le
va a ocurrir clonarte.
Eran esas noches en las que salías de casa,
arropado por el viento del sur y tu chaqueta vaquera las que nos hicieron
felices. Yo te esperaba en el banco, enfrente de la estatua del parque que
siempre nos pareció tan inquietante. Tu traías café y bebíamos y discutíamos
sin sentido. De cualquier cosa. Sobre si había vida en otros planetas, cual era
la mejor marca de tabaco, de lo bueno que era el último disco de Radiohead. Hasta sobre el puto Phil Collins...
Recuerdo que una de las últimas veces que nos vimos discutíamos
sobre qué sentido tenía todo. La vida en general. Seguir, sabiendo que todo daba
igual. Decías que en realidad no éramos tan importantes, ni tan especiales, ni
tan únicos, que la vida era una rueda, que las canciones que escuchábamos eran
solo putas canciones que escuchábamos, que son mentira y solo dicen lo que
queremos oír en cada momento.
Hay noches como esta, que se van haciendo un nudo y desearías
poder dar marcha atrás. Cambiar una frase, llamar por teléfono. Sin darte
cuenta que eso no va a hacer que las cosas sean como quieras. Yo no voy a
aparecer de repente en esta noche de otoño en el banco que mira a la estatua, ni
tú me recuerdas tan bien como crees. Te engaña la nostalgia y no te deja ver
que en realidad todo ha cambiado, que nos queda poco o nada que discutir, que ni
siquiera existe el parque ya, que somos desconocidos. Hay noches sin luz, con
viento del sur que susurra pasados que son mejor no escuchar.
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Anexo 1: Foto de la estatua del parque.
Anexo 2: Versión de canción sobre una estatua. (Esta es la de un jardín botánico)