viernes, 9 de septiembre de 2011

Fin de verano

Ayer fue una de esas noches en las que me despierto de madrugada ahogándome de calor, otra noche pegajosa de verano. Miro el reloj y son las cuatro de la mañana, tú sigues profundamente dormida y estás preciosa. Desnuda, tu antídoto contra el calor del cuarto. Me levanto con cuidado procurando no hacer ruido, no quiero que te despiertes y me preguntes sin comprender que estoy haciendo ni que mires la hora y ya no te puedas dormir. Necesito aire, solo eso, siempre me pasa cuando me desvelo, necesito salir al aire libre y esta noche aun más con este puto calor. Así que salgo al balcón y enciendo un cigarrillo esperando que me ayude a poder dormir aunque sea durante un par de horas seguidas. Odio desvelarme en medio de la noche pero me ocurre a menudo y no hay nada que hacer. Si es verano me asomo a la terraza, me relaja mirar a las estrellas pero hoy ni siquiera hay estrella, es más, parece que a lo lejos se acerca una tormenta. El cielo se ilumina cada pocos segundos y los truenos, aun lejanos, avisan que la lluvia se aproxima implacable.

Siempre que hay tormenta me acuerdo de la noche de San Juan en la que junto a la hoguera hicimos el amor en la playa, y cómo al acabar, sin tiempo para vestirnos empezó a caer sobre nosotros el mayor diluvio y nos pusimos a correr, pero no había donde refugiarse por lo que nos metimos en el mar pensando que dentro del agua estaríamos a salvo del chaparrón. Siguió lloviendo sin parar durante una hora entera y cuando acabó estábamos agotados. Nos vestimos con nuestras ropas empapadas, yo estaba ridículo pero tú llevabas tu vestido blanco, ese vestido blanco que nunca te quedó mejor que aquella noche. El vestido que no te he vuelto a ver puesto, ese que olía a arena, humedad y sexo. El olor del verano. Nuestro primer verano.

Es curiosos cómo pasa el tiempo y las formas que tenemos cada uno de medirlo. Hay quien mide los años tomando el día de cumpleaños como referencia. Otros elijen año nuevo como la fecha en la que hacer balance. A mí sin embargo me gusta hacerlo al final del verano. Supongo que es una manía que cogí de niño, acabábamos el curso escolar cuando empezaba el verano y lo iniciábamos de nuevo a su fin. El verano era un oasis en medio del año donde todo podía ocurrir. De hecho aun sigo considerando estos tres meses como los más especiales del año, tengo casi treinta años y si me pongo a pensarlo creo que la mayoría de cosas buenas que me han pasado en la vida han sido en verano. Cada año cuando acaba me pregunto qué vendrá.

Ya es septiembre, se puede oler en el ambiente que a esto le queda bien poco. Apago el cigarro, mientras exhalo el humo vuelvo a mirar al cielo. Se acerca una gran tormenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario