miércoles, 20 de julio de 2011

TV

El otro día me di cuenta, veo la televisión como sino viera la televisión. Me explico, llego al salón, suelo sentarme en el sofá después de estar aquí escribiendo un rato. Debe ser el aburrimiento. Después de estar tecleando sin mucho sentido pensamientos que cruzan mi cabeza y que jamás acabo de dar forma. Como si fuesen sueños que intentara trascribir y al hacerlo, el sueño se fuese desvaneciendo dejando solo un boceto de lo que hace un momento fue en mi memoria. Así escribo, intentando plasmar con palabras algo que pasa tan rápido por mi mente que no son palabras y que por eso no se definen en relatos o poemas, en nada que no sean divagaciones inacabadas. Es entonces cuando lo pienso, releo, veo que no ha salido nada aprovechable, selecciono todo el texto, pulso suprimir y me muevo al salón. Me siento en el sofá, es un sofá nuevo, muy cómodo, de piel, bueno, vale imitación pero pasa perfectamente por un sofá de piel autentico. Cojo el mando, casi siempre está puesta la primera, debe ser por los anuncios, no me gustan los anuncios, si hiciera un ranking con lo que menos me gusta de la televisión, de lo más alto estarían los anuncios. Los anuncios y telecinco. ¡Que le pasa a esa gente! ¿En qué están pensando? ¡24 horas de mierda televisada y con un montón de anuncios! Alguien debería quitarles la licencia de emisión pero lo increíble es que tienen audiencia.

Zapeo un poco, casi nada interesante pero aun así me quedo, da igual con que y en que cadena. Entonces me doy cuenta de que ha pasado una hora y que estoy ahí parado como un imbécil en lugar de estar aquí escribiendo aunque sean chorradas. En la tele la gente se gana la vida escribiendo chorradas. De pronto me imagino trabajando en la tele, escribo guiones para programas basura y sí, si os lo estáis preguntando, trabajo en telecinco, que esperabais, ¿a quien sino le iba a interesar esto? Es un trabajo mal pagado y ciertamente no me gusta nada, no es como yo lo había imaginado 10 minutos atrás, así que decido dejarlo y cambio de canal.

En otra cadena están dando algo repetido, una reposición de ese programa en el que españoles de distintas partes que se van a trabajar a otros países, cuentan lo maravillosa que es su vida desde que se fueron de aquí, lo felices que son… y lo mucho que echan de menos el chorizo, ¿no es absurdo? Mientras veo el programa, este es sobre españoles que viven en Hungría, pienso en lo gilipollas que podemos llegar a ser la gente. Pensamos, generalmente, que cuando no somos felices, lo más beneficioso es poner tierra de por medio y empezar de cero. Tal vez yo una vez lo viera así, pero ahora me doy cuenta de que es una tontería. Puede funcionar como una droga, engaña tus sentidos, te hace creer que estas bien, que todo fluye como debiera y puede que asi sea, pero los kilómetros no son medicinas y tarde o temprano debemos darnos cuenta que da igual donde estemos si no nos encontramos.

Tanto oír hablar de embutido me ha dado hambre, me acerco a la nevera, se ha acabado el chorizo. ¿Qué echaría en falta si viviera en Budapest? Sin duda no sería el chorizo. Te echaría de menos a ti.

Cambio de canal. Una serie de detectives, creo que todos los días a la hora que enciendas la televisión, en alguno de los canales emiten una serie de este tipo, son una constante, las series de detectives y las tertulias, sin esos dos géneros televisivos me pregunto qué tipo de programa llenaría el vacío. Cambio, otra similar. Cambio, dan una serie española que pretende ser graciosa, me quedo observándola durante un buen rato pero no entiendo los chistes. Todos tienen la voz estridente, hay unas viejas con un perro que no deja de ladrarle a un vecino que del susto se cae por las escaleras y arrastra al conserje consigo, todos gritan y creo entender a los que se fueron a Hungría. Supongo que allí ya no verán la tele.

Miro el reloj. Han pasado casi dos horas. Es llegado este punto cuando me arrepiento de haber estado sentado tanto rato hipnotizado, sometido a los colores que saltan de la pantalla de cuarenta pulgadas de mi salón sin haber visto nada en concreto, dos horas de absolutamente nada. Si por lo menos hubiese visto una película buena. Me angustia pensar que he perdido el tiempo de esta manera en lugar de dedicarlo a algo más productivo, a la lectura para la que nunca saco el suficiente tiempo o a escribir, para lo que siempre pienso que no es el momento. Sin embargo… Me voy ver la tele.

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